sábado, 30 de julio de 2016

La moral sexual cultural (1908)


Nuestra cultura descansa totalmente en la coerción de los instintos
freud

A propósito de la entrada anterior, donde un relajado Freud hacía anotaciones sobre el aspecto físico versus el carácter de algunos personajes, éste artículo ayuda a clarificar algunas cosas. Publicado en el mismo año 1908, lleva por título LA MORAL SEXUAL CULTURAL Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Primero decir que el escrito posee la estructura y estilos clásicos del creador del psicoanálisis. A partir de un libro publicado el año anterior titulado Ética Sexual de von Ehrenfels, hace algunas “aportaciones personales” útiles para el psicoanálisis. Invita al lector a leer ese libro (bastante desconocido en la actualidad) para una mejor comprensión del tema y define los conceptos de moral sexual cultural en contraposición a la moral sexual natural.

La moral sexual natural es el conjunto de preceptos éticos en pro de la subsistencia y supervivencia de los pueblos; en tanto que la moral sexual cultural está representada por los intentos de superación y desarrollo técnico de la sociedad. La Civilización definida como el acervo cultural de los pueblos, actúa en desmedro de la supervivencia y de los instintos primarios de los hombres, entre los cuales se encuentra el instinto sexual. El hombre moderno sacrifica su salud por superarse a sí mismo y por alcanzar un estatus social y cultural. 


La moral sexual cultural trae consigo el germen de la nerviosidad moderna. Hace un tiempo un paciente me consultó por qué los indígenas no se enfermaban de depresión, ante lo cual quedé algo desconcertado. En este artículo Freud responde de manera satisfactoria a esa interrogante. Las prisas por conseguir objetivos y metas, la búsqueda de estatus social (auto, casa, profesión, familia, hijos) y la desazón ante los fracasos, han hecho lo suficientemente nerviosas a las personas como para requerir de atención psicológica y psiquiátrica. Es llamativo que el escrito de Freud sea ya bastante antiguo, 1908 fue hace mucho tiempo y las cosas que se dicen ahí, hoy cobran una vigencia sorprendente.

Freud ya estaba inserto en un modelo de economía y estilo de vida marcados por la superación personal. Incluso su misma persona puede ser considerada un ejemplo de superación personal más allá de las posibilidades que tenía, si consideramos sus orígenes humildes y de pueblo. Freud es un perfecto caso de hombre con antecedentes de pobreza que rompe el círculo y se posesiona como un médico de prestigio.

La pulsión sexual en sus distintos estadios -desde el auto erotismo hasta la genitalidad adulta-, se desvía en su fin primario (la satisfacción) por la irrupción de la cultura. Todo avance técnico y científico de los pueblos, implica la coerción de la pulsión y los instintos básicos. Para ser profesional hay que sublimar los instintos, vale decir, desviar la satisfacción hacia un fin no sexual, como por ejemplo el placer estético o la pasión por la ciencia. Según la moral sexual cultural, el fin único de la pulsión es la reproducción y no la obtención de placer, entonces comienza la búsqueda de substitutos que van quedando como resabios del fin primario de la satisfacción. Tenemos acá el grupo de las perversiones y aberraciones de tipo sexual.          

Podemos preguntarnos ¿que sucede con el matrimonio en una moral sexual cultural? Nada. El sacramento que une a un hombre y a una mujer por el resto de sus vidas, es un producto de esta moral. Freud sostiene que sólo durante los primeros años (o meses) del matrimonio, se satisface el deseo sexual. Hace poco fui a ver una obra de teatro, en la cual una pareja madura de casados se lamentan porque las rutinas y protocolos sociales, han apagado la pasión de los inicios. Las fechas importantes y las convenciones sociales terminan con los impulsos de la juventud.

Un aspecto interesante del artículo, dice relación con que la cultura es más permisiva con los hombres que con las mujeres, y esto ha dado espacio a la generación de una doble moral en el caso de los varones. Está la moral que podemos llamar tradicional, con la cual los hombres casados mantienen un comercio sexual con la esposa y está la segunda moral, como cualquier perversión o aberración a la moral tendiente a reducir la sexualidad al aspecto reproductivo y al interior del matrimonio. Un ejemplo de esta segunda moral es la existencia de una amante o de promiscuidad sexual entendido como sexo con prostitutas o sexo ocasional.

La perversión del hombre actúa como un positivo, en tanto que la neurosis de su esposa actúa como el negativo. Es común observar a hombres que amparados en la segunda moral, tienen un comportamiento sexual perverso en contraposición a sus esposas, que generalmente son muy nerviosas, hasta el punto de desarrollar síntomas psicosomáticos como colon irritable, malestares estomacales crónicos y dolores de distinto tipo. En suma, es un escrito muy interesante en el cual el creador del psicoanálisis explica los distintos estadios evolutivos de la pulsión sexual y clasifica a los enfermos nerviosos en dos grandes grupos: neurosis y psiconeurosis.-                                                     

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